Por:Kevin Schepmans
10/07/20
Recientemente falleció mi gran amigo y mentor desde mi entrada al mundo del baloncesto en Venezuela, don Freddy Chavier. Se nos fue antes de tiempo el sensei, y decir que fue una persona excepcional es redundar; pero en donde esté seguramente habrá buena gaita zuliana y un partido de baloncesto puesto en su tele. Una persona con un valor incalculable para este deporte en el país y que pasó por todas las facetas posibles diría yo, desde el periodismo, entrenador, y hasta gerente de equipos. Aún recuerdo vívidamente cuando lo conocí la primera vez, en 2014, después de tener una buena relación electrónica y le puse cara al personaje. Fui manejando 9 horas de Caracas a Cabimas para entrevistarlo, ya que consideraba era pieza vital para el armado del marco teórico y referencial de mi tesis de grado universitaria, un documental sobre los Héroes de Portland, a más de 20 años de la hazaña — más de esto, abajo. Desde allí, una amistad duradera y a pesar de la distancia en los últimos años no faltaban los mensajes semanales de WhatsApp y la ocasional llamada telefónica de tertulia basquetbolística de una hora, porque ese señor hablaba como radio y lo disfrutaba. Aprendías siempre.Estuve y estoy muy triste aún, y pensaba a menudo en no solo como homenajearlo de forma distinta, apartando llevar ahora su legado estadístico de décadas de recopilación del baloncesto de selecciones venezolanas. Se me ocurrió tal vez hacer algo que el aprobaría y es usar la historia como puente, fiel a lo que el predicaba. Más si es de baloncesto, y del Zulia, cómo no.
Casi como un cuento de la mitología del básquet criollo, prácticamente poco conocido a no ser de los más entendidos, Chavier me comentaba años atrás de Julio Hoira. El que a su opinión, fue el gran prospecto con serio potencial NBA que nunca pudimos ver brillar.
Camada 1974, así que era prácticamente contemporáneo con Richard Lugo y solo algunos años más joven que los estandartes de Portland que no solo nos clasificaron a nuestro primer mundial FIBA, sino nos hicieron gritar en Valencia, soñar en Oregon y aplaudir en Barcelona. Media 2.13m, o 7’0 de altura y el lo rememoraba como lo más parecido que habíamos tenido — salvando las enormes distancias con la comparativa — a estos unicornios que no salen sino en Estados Unidos o algún país europeo.
Hoira con ese tamaño es detectado después unos juegos juveniles en Maracaibo, hacia 1991. Se va becado el nativo de San Jacinto gracias a la gestión de otro mito, el coach americano Jim Champagne (que venía a hacer rondas de scouting periódicamente en Venezuela y becó a numerosos chamos) a Estados Unidos aproximadamente entre 1992 a 1994, en uno de los reconocidos programas de baloncesto de liceos en el país. Compartiendo equipo de high school ni más ni menos que con Shaquille O’Neal, asi que imagínense esa dupla.
Allá de irle bien, pasó a no irle tanto por múltiples temas de indisciplina. En Venezuela de vuelta, jugó solo 1 un partido en la LPB, con Gaiteros del Zulia. En verdad solo unos pocos minutos y hasta ahí llegó su registro estadístico. Salió del equipo por problemas de disciplina, que lamentablemente marcarían el resto de su vida. Dos minutos o así, fue lo que jugó. Debut y despedida. Chavier intentó rescatarlo cuando fue GM de Tanqueros en la extinta Liga Nacional, alrededor de dos años, pero estaba lejos de ser el mismo que prometía incluso llegar a la NBA quizás. Fuera de forma, aún así demostraba. En palabras de Freddy: “Si ese chamo hubiese tenido cabeza, hubiese sido el mejor centro en la historia de Venezuela”. Posteaba, tomaba el rebote y se iba costa a costa driblando como Giannis Antetokounmpo para la clavada, lanzaba de afuera, el paquete completo…
De forma muy triste y sin entrar en detalles porque no es la idea de esto, la vida de Hoira se iría por un espiral negativo al vincularse al mundo criminal, que a la postre le llevaría a la muerte años después. El qué pudo haber sido, siempre, ¿no? Tal vez, era la pieza que le faltaba a la exitosa generación de los Héroes de Portland en la pintura con los Herrera, Walcott, Nelcha y compañía, y que, en un futuro alternativo, hubiese servido de puente con la generación mundialista de 2002 y 2006. La historia y los números sin dudas que dejan muchas reflexiones. Siempre aprendí muchísimo de Freddy Chavier Paredes y esta historia es una muestra de ello. Que en paz descansen Julio Hoira, y el maestro Freddy Chavier.
No hay comentarios:
Publicar un comentario