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martes, 9 de agosto de 2011

Las carencias de nuestra preselección

En este caso hablaremos de las carencias de nuestro baloncesto (plasmadas en nuestra preselección) y los correctivos que el entrenador ha hecho para tratar de “esconderlas”.

Una de las primeras frases que soltó nuestro nuevo entrenador fue su preocupación por dos falencias crónicas y que no se han corregido en los últimos 15 años.

a) La falta de estatura.

b) La falta de lanzadores efectivos. (No se trata de lanzarla sino de encestar con buen porcentaje)

Esto tiene muchas aristas pero en correlación con lo antes escrito veremos algunas de estas para tratar de aclarar el panorama.



a) La falta de estatura.

La preferencia por jugadores bajos para posiciones internas a nivel FIBA (el tradicional “pívot enano” o “ala-pívot de 1.98”) es una falencia crónica desde las categorías formativas, donde nuestros entrenadores eligen colocar en cancha a los más aventajados en detrimento de jugadores que proyectan más a futuro para jugar de internos, pero que requieren más trabajo y dedicación para desarrollarse, usualmente los jugadores más altos tardan más en desarrollar sus habilidades motoras.

Una frase del analista venezolano Freddy Chavier al respecto se resume en algo como: “para triunfar hay entonces dos opciones: estirar a los pequeños o enseñar a jugar a los grandes. ¿Cuál será más factible?”. Es por eso que en nuestro baloncesto el jugador más portentoso físicamente de los aventajados es encasillado como el puesto 5 del equipo por su capacidad atlética. Allí vemos como jugadores de este corte sale continuamente en nuestro baloncesto: Luis Sosa, Luis Julio, Tomas Aguilera, Axiers Sucre, Néstor Colmenares, Luis Valera, Francisco Centeno, Oscar Torres (en sus inicios) son muestras de esto.

Aun cuando esto es una falencia grave, el entrenador Musselman ha tratado de colocar a jugadores como Luis Bethelmy y Néstor Colmenares en posición de ventaja (puesto 3) a nivel FIBA y utilizando sus habilidades en el poste bajo para sacar ventaja ante jugadores menos acostumbrados a esas labores como parte de su esquema ofensivo y “escondiendo” en su sistema las carencias en el manejo de balón y tiro exterior (que se están trabajando sin descanso en prácticas de 2 turnos diarios) como un intento de abrirle espacio a jugadores de características más idóneas para luchar bajo los postes a nivel FIBA con estatura y peso.

b) La falta de lanzadores efectivos.

Al igual que la capacidad de driblar de forma fluida y con ambas manos, el lanzamiento de media y larga distancia es una falencia crónica en nuestros jugadores externos desde las categorías formativas. Nuestros buenos anotadores rara vez son buenos lanzadores pues sus mecánicas son deficientes (amen de lo que digan algunos narradores de TV) lo cual los convierte en lanzadores erráticos, aun cuando su capacidad como anotadores sea muy buena.

Esto se agrava con el tiempo pues las mismas no son corregidas y se convierten en hábitos negativos que requieren trabajo repetitivo para ser modificados. El tener jugadores fuera de posición como se expresó en el punto anterior obliga que los jugadores tengan que cambiar de posición y desarrollar habilidades que antes no eran necesarias. Los buenos lanzadores muchas veces no se desarrollan físicamente y terminan no teniendo la capacidad física para jugar profesionalmente.

El entrenador Musselman ha tratado de ubicar jugadores que tengan esa capacidad aun cuando no sean las llamadas “estrellas LPB” (caso Dennis D’Adezzio) para cumplir con el rol de “zone buster” o “quebrador de zonas”. Que es simplemente un tirador efectivo que pueda “persuadir” a un entrenador de abandonar una zona mediante la conversión de algunos intentos de larga distancia luego de un movimiento adecuado de balón.

Nuestros anotadores “espectáculo” rara vez poseen esta cualidad, jugadores como Leonardo Cappare, David Cedeño o Dennis D’Adezzio jamás hubiesen sido convocables por encima de jugadores que son muy similares y no aportan nada distinto al equipo (anotador “explosivo” con lanzamiento “sospechoso”).

No todos los jugadores logran desarrollar estas habilidades como por ejemplo Oscar Torres, Rafael “chamo” Pérez o en menor medida Luis Bethelmy pues esto requiere años de dedicación, disciplina y sacrificio para pulir fundamentos que no fueron desarrollados cuando se debía.

Ahora es labor del técnico tratar de hacer entrar las piezas cuadradas y triangulares en un circulo para lograr un equipo balanceado que tenga posibilidad de hacer frente a selecciones más adaptadas al baloncesto moderno que tienen jugadores adecuados con fundamentos claros para jugar de tú a tú con las mejores selecciones del mundo.

Por Rafael Carrillo




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